EFECTOS DEL ESTRÉS EN EL RITMO CARDÍACO
Por José Vicente Lumbreras Martín, Director Técnico de
D.C.I.(1)
Fecha
de edición: 01MAY10
Bajo
los efectos del estrés, el corazón desarrolla una serie de respuestas en forma
de aumento del ritmo cardíaco que producen una serie de efectos que condicionan
la actividad del combatiente. El corazón es, probablemente, el elemento que más
se ha utilizado y se utilizará en el control de la actividad y el esfuerzo,
principalmente a nivel deportivo. Pero D.C.I. también utiliza este indicador a
nivel de control de la exposición a situaciones estresantes. El motivo de ello
es la facilidad y precisión con la que es posible determinar los umbrales de
esfuerzo o de estrés a los que deben someterse los practicantes. Esto nos
obliga a analizar con detenimiento este fenómeno, para poder adaptar las
actividades relacionadas con la preparación a esta realidad.
Comenzaremos
haciendo referencia a los marcos generales de respuesta del organismo ante los
ritmos cardíacos, de acuerdo con el siguiente gráfico:
- La situación de normalidad para el organismo se encuentra entre las 60 y las 80 pulsaciones por minuto (ppm). En ella son posibles todas las habilidades para las que se tiene capacidad, incluyendo las habilidades motoras finas, como escribir o apuntar con precisión.
- Estas habilidades motoras finas van limitándose hasta desaparecer alrededor de las 115 ppm. Esto implica que por encima de este nivel de pulsaciones ya no es posible ejecutar acciones como apuntar o aplicar técnicas de combate que requieran gran precisión y habilidad.
- Por encima de las 115 ppm el organismo ha liberado en el torrente sanguíneo sustancias que lo preparan eficazmente para enfrentarse al peligro(2).
- Hasta las 155 ppm se mantiene en cierta medida la capacidad de las habilidades motoras complejas, degradándose progresivamente con el incremento del ritmo cardíaco, y acabando por desaparecer en este umbral. Estas habilidades incluyen la reacción visual (reflejos ante las acciones del adversario) y la reacción cognoscitiva (percepción de las intenciones del adversario).
- Los dos puntos anteriores nos permiten definir como zona óptima para resolver situaciones de combate el margen entre 115 y 145 ppm, ya que las capacidades de combate y del organismo se encuentran en el equilibrio adecuado de respuesta y eficacia.
- El proceso cognitivo, que incluye la visión periférica y próxima, la percepción de profundidad y el control direccional auditivo, se va degradando hasta desaparecer en torno a las 175 ppm, entrando en el proceso denominado “efecto túnel”(3). Esto implica que por encima de este umbral, las capacidades de percepción y raciocinio desaparecen, produciendo ineficacia en los movimientos y, en muchas ocasiones, efectos de amnesia temporal.
- Este deterioro llega al umbral “fight or fly” (lucha o vuela) a partir de las 200 ppm, en el que los movimientos básicos (correr, agarrar objetos) se hacen torpes e ineficaces; también se produce una importante vasoconstricción periférica, como preparación defensiva ante posibles heridas. Las respuestas que el organismo puede ejecutar son lucha irracional, huida descontrolada (de ahí el término “fight or fly”) o bloqueo total, en forma de parálisis y sumisión, siendo esta respuesta la más peligrosa de las tres.
NOTAS
Además de la información adicional aquí referenciada,
puede ampliarse información de este artículo en la web de D.C.I. www.defcomint.com o
contactar en defcomint@hotmail.com.
(1) Más información sobre el autor
en http://www.defcomint.com/vl.
(2) Más información en el artículo “Los efectos del enfrentamiento”. Puede
descargarse en http://www.defcomint.com/1ArtM/2010-04-01-LosEfectosDelEnfrentamiento.pdf.
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