domingo, 8 de julio de 2012

24. La Hostilidad (1)


LA HOSTILIDAD (1)
Por José Vicente Lumbreras Martín, Director Técnico de D.C.I.(1)
Fecha de edición: 01JUN10

 

 Todo enfrentamiento implica una lucha de voluntades que conlleva una determinada intención de desgaste del adversario, con el objetivo de alcanzar el fin propuesto. Determinadas corrientes filosóficas abogan por la pasividad ante las amenazas y ataques recibidos, pero toda meta lograda dentro de un ambiente hostil SIEMPRE implica la superación sobre los demás elementos. Por ejemplo, en el campo empresarial, cualquier producto que se incorpore al mercado conlleva el enfrentamiento ante los otros productos, a los cuales pretende sustituir, y en el campo del combate, toda victoria o defensa exige la derrota del adversario, con consecuencias de mayor o menor envergadura. Esta realidad puede intentarse disfrazar con bonitas palabras, pero en cualquier caso es así.

En D.C.I. se asume el concepto de hostilidad con naturalidad, ya que es una reacción natural del ser humano, tanto a nivel individual como colectivo, y permite a los practicantes enfrentarse a la adversidad en cualquiera de sus facetas con mejor disposición y preparación.

Para entender la hostilidad es necesario observarla tanto desde el punto de vista propio como ajeno, entendiendo éste punto de vista ajeno como toda actitud, amenaza o agresión que actúa en nuestra contra y no estamos en condiciones de controlar directamente desde su comienzo. Ejemplos de hostilidad ajena puede ser la interpretación negativa de otra persona sobre un comportamiento u opinión (actitud individual), las actitudes xenófobas, sexistas o sociales de otra persona o grupo (amenaza) o los efectos de las condiciones atmosféricas (agresión de la naturaleza). Esta realidad puede ser interpretada de muchas maneras, pero sólo nos sirve el punto de vista de analizar en qué medida nos afecta, es decir, percibir y reconocer las posibles amenazas, y qué podemos hacer para evitar sus efectos.

La hostilidad propia puede tener muchas raíces, pero su afrontamiento sólo se puede realizar, de nuevo, desde la percepción y el reconocimiento. Efectivamente, poco se puede hacer en relación con los efectos de nuestra propia hostilidad si no somos capaces de percibirla y reconocerla. Para ello es necesario ser conscientes de los efectos que producen en nosotros, en forma de las capacidades que van desapareciendo o disminuyendo frente a esa situación o las nuevas actitudes agresivas que vamos manifestando. En muchos casos, nuestro ego se resiste a admitir nuestras propias vulnerabilidades, por lo que justificamos o negamos estas reacciones, impidiendo con ello la posibilidad de desarrollarnos en el autocontrol y de protegernos de los efectos, mayoritariamente negativos, de esta actitud.

La realidad es que todos los efectos no son negativos, ya que la experiencia que supone el paso por una situación adversa permite aumentar las capacidades defensivas o de respuesta ante futuras situaciones similares. Nunca la teoría podrá sustituir a la experiencia, ya que sólo a través de ésta es posible el desarrollo de las cualidades “no razonadas”, es decir, aquellas en las que no interviene el proceso de razonamiento.

 
El problema de la adversidad se reduce al tiempo y a la voluntad. Efectivamente, si se dispone de tiempo suficiente para encontrar la solución, y tenemos la firme voluntad de afrontar el problema, estaremos en condiciones de alcanzar la solución. El resto de condicionantes (procedimientos, apoyos externos, medios necesarios, etc.) son sólo herramientas circunstanciales que utilizaremos en función de las necesidades. La voluntad se desarrolla a través de la experiencia frente a la hostilidad (dificultad, riesgo, dolor); el tiempo, sin embargo, pocas veces podemos controlarlo. Si deseamos prepararnos para poder afrontar la hostilidad en general, el camino es el desarrollo de la voluntad. Si además deseamos desarrollarnos en un área específica, también es necesario conocer los procedimientos de actuación concretos en esta área, los posibles apoyos con que podríamos contar, y el manejo eficaz de los medios disponibles. En D.C.I. se desarrolla la voluntad ante la adversidad, con aplicaciones para toda faceta de la vida en la que se detecta hostilidad, y concreta sus actividades en el manejo de los medios profesionales de dotación, o los disponibles (una piedra, por ejemplo), a través de las TTP y el trabajo profesional en equipo (unidades operativas, combate con apoyos, equipos policiales, etc.).

En el artículo del próximo mes haremos un estudio de cómo la hostilidad actúa sobre uno mismo, qué efectos produce y qué herramientas podemos utilizar para controlarla.

 NOTAS

Además de la información adicional aquí referenciada, puede ampliarse información de este artículo en la web de D.C.I. www.defcomint.com o contactar en defcomint@hotmail.com.
(1)  Más información sobre el autor en www.defcomint.com/vl.

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