LA HOSTILIDAD (1)
Por José Vicente Lumbreras Martín, Director Técnico de
D.C.I.(1)
Fecha
de edición: 01JUN10
Todo
enfrentamiento implica una lucha de voluntades que conlleva una determinada
intención de desgaste del adversario, con el objetivo de alcanzar el fin
propuesto. Determinadas corrientes filosóficas abogan por la pasividad ante las
amenazas y ataques recibidos, pero toda meta lograda dentro de un ambiente
hostil SIEMPRE implica la superación sobre los demás elementos. Por ejemplo, en
el campo empresarial, cualquier producto que se incorpore al mercado conlleva
el enfrentamiento ante los otros productos, a los cuales pretende sustituir, y
en el campo del combate, toda victoria o defensa exige la derrota del
adversario, con consecuencias de mayor o menor envergadura. Esta realidad puede
intentarse disfrazar con bonitas palabras, pero en cualquier caso es así.
En
D.C.I. se asume el concepto de hostilidad con naturalidad, ya que es una
reacción natural del ser humano, tanto a nivel individual como colectivo, y
permite a los practicantes enfrentarse a la adversidad en cualquiera de sus
facetas con mejor disposición y preparación.
Para
entender la hostilidad es necesario observarla tanto desde el punto de vista
propio como ajeno, entendiendo éste punto de vista ajeno como toda actitud,
amenaza o agresión que actúa en nuestra contra y no estamos en condiciones de
controlar directamente desde su comienzo. Ejemplos de hostilidad ajena puede
ser la interpretación negativa de otra persona sobre un comportamiento u opinión
(actitud individual), las actitudes xenófobas, sexistas o sociales de otra
persona o grupo (amenaza) o los efectos de las condiciones atmosféricas (agresión
de la naturaleza). Esta realidad puede ser interpretada de muchas maneras, pero
sólo nos sirve el punto de vista de
analizar en qué medida nos afecta, es decir, percibir y reconocer las posibles
amenazas, y qué podemos hacer para evitar sus efectos.
La
hostilidad propia puede tener muchas raíces, pero su afrontamiento sólo se
puede realizar, de nuevo, desde la percepción
y el reconocimiento. Efectivamente, poco se puede hacer en relación con los
efectos de nuestra propia hostilidad si no somos capaces de percibirla y reconocerla.
Para ello es necesario ser conscientes de los efectos que producen en nosotros,
en forma de las capacidades que van desapareciendo o disminuyendo frente a esa
situación o las nuevas actitudes agresivas que vamos manifestando. En muchos
casos, nuestro ego se resiste a admitir nuestras propias vulnerabilidades, por
lo que justificamos o negamos estas reacciones, impidiendo con ello la
posibilidad de desarrollarnos en el autocontrol y de protegernos de los
efectos, mayoritariamente negativos, de esta actitud.
La
realidad es que todos los efectos no son negativos, ya que la experiencia que supone
el paso por una situación adversa permite aumentar las capacidades defensivas o
de respuesta ante futuras situaciones similares. Nunca la teoría podrá
sustituir a la experiencia, ya que sólo a través de ésta es posible el
desarrollo de las cualidades “no razonadas”, es decir, aquellas en las que no
interviene el proceso de razonamiento.
El problema de la adversidad se reduce al
tiempo y a la voluntad. Efectivamente, si se dispone de tiempo suficiente
para encontrar la solución, y tenemos la firme voluntad de afrontar el
problema, estaremos en condiciones de alcanzar la solución. El resto de
condicionantes (procedimientos, apoyos externos, medios necesarios, etc.) son
sólo herramientas circunstanciales que utilizaremos en función de las
necesidades. La voluntad se desarrolla a través de la experiencia frente a la
hostilidad (dificultad, riesgo, dolor); el tiempo, sin embargo, pocas veces
podemos controlarlo. Si deseamos prepararnos para poder afrontar la hostilidad
en general, el camino es el desarrollo de la voluntad. Si además deseamos
desarrollarnos en un área específica, también es necesario conocer los
procedimientos de actuación concretos en esta área, los posibles apoyos con que
podríamos contar, y el manejo eficaz de los medios disponibles. En D.C.I. se
desarrolla la voluntad ante la adversidad, con aplicaciones para toda faceta de
la vida en la que se detecta hostilidad, y concreta sus actividades en el
manejo de los medios profesionales de dotación, o los disponibles (una piedra,
por ejemplo), a través de las TTP y
el trabajo profesional en equipo (unidades operativas, combate con apoyos, equipos
policiales, etc.).
En
el artículo del próximo mes haremos un estudio de cómo la hostilidad actúa
sobre uno mismo, qué efectos produce y qué herramientas podemos utilizar para
controlarla.
NOTAS
Además de la información adicional aquí referenciada,
puede ampliarse información de este artículo en la web de D.C.I. www.defcomint.com o
contactar en defcomint@hotmail.com.
(1) Más información sobre el autor
en www.defcomint.com/vl.
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