DESARME DESDE ATRÁS (1)
Por José Vicente Lumbreras Martín, Director Técnico de
D.C.I.
Fecha
de edición: 12NOV09
INTRODUCCIÓN
Las
respuestas ante amenazas con armas blancas y de fuego requieren ajustarse a
unas tácticas, técnicas y procedimientos específicos, de modo que atiendan a la
seguridad, tanto propia como, en el caso de armas de fuego, de otras personas
que puedan estar expuestas al fuego del adversario.
Cuando
la amenaza se realiza en situaciones realistas, las armas de fuego no se
muestran cerca de nuestro cuerpo, al contrario, el adversario que actúa con una
técnica eficaz protegerá el arma de posibles reacciones propias. Por ello, los
procedimientos basados en capturar un arma que se encuentre amenazándonos a muy
corta distancia es una posibilidad pero, desde luego, ni la única, ni la más
peligrosa.
TÁCTICAS, TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS
El
objetivo de este artículo es desarrollar un modelo de procedimiento de desarme
de un adversario que se encuentra en el suelo y al que accedemos desde atrás,
es decir, desde la zona de sus pies.
Como
idea inicial, la caída del adversario puede haberse propiciado de muchos modos,
como por ejemplo mediante una proyección hacia delante por bloqueo de los
tobillos y empuje sobre las caderas (imagen 1). En este caso, el adversario,
que porta el arma en su mano izquierda, se encuentra desequilibrado y, durante
la caída, no está en condiciones de poder utilizar el arma con eficacia. Para
llegar a esta situación es necesario conseguir una neutralización rápida y eficaz
que puede analizarse con detalle en la acción de combate nº 52 de la Kata de Combate de D.C.I.
Nada
más conseguir el desequilibrio completo del adversario, se entra muy
rápidamente a realizar un control temporal de piernas, flexionando la rodilla izquierda
del adversario y cargando peso sobre su muslo derecho y su pie izquierdo, como
puede observarse en las imágenes 2 y 3. Puede verse el detalle de la posición
del pie izquierdo del adversario rodeado de un círculo, lo que permite un
control no lesivo, evitando una luxación no deseada, y permitiendo mayor
movilidad hacia delante para capturar la mano armada, como elemento más
peligroso al que hay que atender de inmediato. Este control de las piernas no
es de gran eficacia, pero se valora la rapidez, para permitir lanzarse a por el
arma, por encima de la calidad del control.
Una
vez capturada la mano armada, debe tirarse de la muñeca hacia atrás,
manteniendo el arma apuntando sensiblemente hacia el frente, lo que obliga al
adversario a hiperflexionar la muñeca y, como consecuencia de ello, la
extensión máxima de los músculos extensores de los dedos. Esto hace que sea
imposible disparar ni mantener un agarre fuerte de la pistola, por lo que se
consigue el desarme sin necesidad de forcejeo (imágenes 4 y 5). Una vez
controlada el arma es fundamental comprobar si tiene cartucho en la recámara y
la posición del seguro, para poder hacer uso de ella en caso necesario y saber
las posibilidades y riesgos que ofrece el arma en nuestras manos. La separación
puede realizarse, por ejemplo, mediante presión sobre el pie izquierdo hasta
conseguir la distancia de seguridad adecuada, tal y como puede verse en la
imagen 6.
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