domingo, 1 de julio de 2012

15. Proyección "a las seis"


PROYECCIÓN "A LAS SEIS”
Por José Vicente Lumbreras Martín, Director Técnico
Fecha de edición: 01SEP09


LA AMENAZA

El adversario está empujando. Esta acción también puede prepararse mediante una finta, por ejemplo a través de un empujón.


ACCIONES PREPARATORIAS Y DESEQUILIBRIO



La reacción natural ante un empujón es oponerse, para mantener el equilibrio (imagen 1). No obstante, en el momento en que se pueda reaccionar, debe crearse un vacío (imagen 2), que hace que el adversario quede desequilibrado hacia delante. Esta acción (desequilibrio) debe ser prácticamente simultánea con la siguiente acción (entrada) para que sea eficaz (imagen 3). El objetivo de las acciones preparatorias es facilitar el camino para poder aplicar la técnica con eficacia a través de un desequilibrio adecuado.


ENTRADA

Como ya se ha comentado antes, debe haber una continuidad entre el desequilibrio del adversario y la entrada, de modo que muchas veces se asume que el desequilibrio se producirá, ya sea por anticipación a las acciones del adversario o debido a una reacción de éste que hayamos provocado.

Como consecuencia de todo ello, la entrada consiste en adoptar una posición desde la que se podrán aprovechar las energías generadas por ambos contendientes, de modo que permitan dirigir el movimiento en la trayectoria de la proyección, como se puede ver en la flecha roja del esquema.


PROYECCIÓN

La proyección consiste en conducir al adversario al suelo del modo deseado, de forma que podremos dirigir su caída y decidir los efectos a producir sobre él. En el esquema se observa la estructura de definición horaria de D.C.I. que se asigna al adversario para describir el direccionamiento de los movimientos y las aplicaciones de energía. De este esquema se puede deducir fácilmente la denominación de “proyección a las 6”. En este caso, la trayectoria deseada viene marcada por la flecha roja, es decir, que deberemos iniciarla “hacia las 7” (imagen 3) para, una vez asegurado el desequilibrio, redireccionarlo “hacia las 4” (imagen 5).

Para conseguir esto, es necesario que la tracción de los brazos del combatiente sobre el adversario consigan un “efecto de volante” que permita que el adversario cargue el peso sobre la parte delantera y exterior del pie derecho. En este caso (imagen 3), la mano derecha del combatiente está elevando el brazo del adversario, a la vez que el brazo izquierdo está traccionando “hacia las 7” y en horizontal, de modo que el pie izquierdo del adversario queda apoyado prácticamente de puntillas (imagen 4).

Tras el desequilibrio pronunciado del adversario, se aplica un movimiento “de remolino” o rotación (imagen 5), en el que se combina el giro “hacia las 4” con el cambio de trayectoria hacia abajo, lo que unido a la bajada del cuerpo del combatiente, produce un vacío delante del adversario con el obstáculo del cuerpo del combatiente junto a sus rodillas, consiguiendo que, sin esfuerzo, se produzca la proyección (imagen 5).


CONTINUACIÓN

El adversario experimentado debe estar en condiciones de mitigar los efectos de la proyección. El mejor sistema, una vez en la trayectoria de caída, consiste en la caída “frontal rodando con apoyo de pies”, tal y como se puede observar en la imagen 6, lo cual permite una rápida reacción defensiva/contraofensiva. En el caso del combatiente, debe buscar la neutralización del adversario (dolor, cegamiento o control), de modo que pueda pasar a la siguiente fase que, de acuerdo al marco legal de actuación en cada caso, puede ser:
  • Separación.
  • Neutralización de las acciones del adversario.
  • Destrucción.

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